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Perro amor - Pablo Albarello

                                                                                                                             
Personajes:
Miguel
Begoña

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Miguel y Begoña discuten en lo que puede ser un living/comedor de departamento, él acaba de levantarse (está en chancletas, camiseta musculosa, pantalón pijama), ella de llegar (aun tiene el tapado y una cartera en las manos) Sobre la musculosa Miguel tiene puesto un chaleco con cargas de explosivos y un display con una luz titilante que hace las veces de detonador. Begoña lo observa con una expresión gélida, Miguel se rasca la cabeza, ella de golpe lo lleva ante un espejo.

 

ELLA: Mirate.

ÉL: Me miro.

ELLA: ¿Y?

ÉL: No sé, tengo sueño. ¿Qué tengo que ver?

ELLA: ¿Miguel, a vos te captaron?

ÉL: ¡Ay, por favor!

ELLA: Te lavaron el cerebro, es evidente, te captaron.

ÉL: ¡Cortala con eso!

ELLA: Bueno, entonces explicame.

ÉL: ¿Y qué querés que te explique?

ELLA: Cómo alguien puede venir lo más choto y decir “conseguí trabajo, me contrataron de Hombre Bomba”.

ÉL: Es un trabajo.

ELLA: No es un trabajo.

ÉL: Un empleo como cualquier otro y…

ELLA: ¡No es un empleo como cualquier otro! ¡No es un empleo como cualquier otro! ¿Me ves cara de idiota a mí? ¡Es un… es… (busca las palabras, lloriquea) es un delirio, Miguel! ¡Un completo delirio!

ÉL: Begoña, te pido un favor, si querés que hablemos primero respirá hondo y tranquilizate.

ELLA: Me tranquilizo, okey, me tranquilizo y respiro (aspira y expira burlona) Fijate cómo respiro.

ÉL: Perfecto.

ELLA: Y ahora necesito que me digas algo y quiero que seas absolutamente sincero: Miguel, ¿vos sos un infiltrado?

ÉL: Nada que ver…

ELLA: ¿De esos mártires qué están con la yihad islámica? ¿Esos enfermos que quieren inmolarse por Alá y se excitan con setenta y dos vírgenes desnudas que le esperan en el paraíso? ¡Calentón! ¡Asqueroso! ¿Sos fundamentalista musulmán?

ÉL: ¡No! ¡Basta! ¡Por favor! Estás histérica. Sentate un momento, vení (la lleva hasta una silla) Mi amor, yo soy argentino, me gusta el dulce de leche, además soy católico, monogámico, estoy enamorado de vos y vamos a casarnos.

ELLA: ¿Y entonces?

ÉL: Que no tiene que ver nada con la política, ni con la religión, ni con orgías sexuales. Ya te dije. Que esto es un empleo, un trabajo. ¿Es tan difícil de entender?

ELLA (señalando el chaleco): Mientras hablamos, por lo menos podés tener la delicadeza de sacarte esa dinamita.

ÉL: C4

ELLA: ¿Qué decís?

ÉL: Que no es dinamita, que son panes de C4, es un explosivo plástico.

ELLA (burlona): Ah, discúlpame.

Tiempo. Begoña espera que Miguel se saque el chaleco pero este no lo hace.

Ella: ¿Y?

 ÉL: Es que no puedo sacármelo.

ELLA: ¿Por qué no?

ÉL: Lo tengo que llevar puesto las 24 horas, por lo menos durante los primeros seis meses, así lo estipula el contrato.

ELLA: ¡Ay, Miguel, hacia dónde va el mundo!  La sociedad está enloqueciendo, ¿no?

Tiempo, Begoña se incorpora, camina por la habitación mientras lucha con sus pensamientos.

ELLA: Vos perdóname, pero no puedo asimilar esto. Querría, pero es imposible, no puedo.

Miguel  se aproxima para abrazarla.

ELLA: ¡Me da impresión, no te me acerques!

ÉL (deteniéndose): ¡Okey, okey, tranquila! Mi amor, es una gran oportunidad. Me pagan en una semana lo que con el taxi ganaba en un año.  Hacé las cuentas: cancelamos la fiesta de casamiento cash y en cinco años tenemos el departamento.

ELLA: ¿Cinco años? (lloriquea) ¿Pensás que yo voy a soportar esto cinco años?

ÉL: Por ahí menos.

ELLA (temblando): ¡Cómo “por ahí menos”, qué insinuás, que estás diciendo…!

ÉL: ¡Pará! ¡Tranquila! Lo que quiero decir es que a los cuatro años te ofrecen dejar el trabajo de calle y podés optar por las oficinas.

ELLA: ¡Ah, mirá vos! (tiempo) ¿Y quiénes son? ¿Quién ofrece este tipo de trabajos?

ÉL: Es una empresa belga de radiadores y telefonía móvil. Le vio la beta comercial, compró los derechos y ahora ofrece el servicio para toda Latinoamérica y países del Caribe.

ELLA: ¿Un servicio para explotar gente?

ÉL: ¡Uf!

ELLA: Uf, ¿qué? Un servicio que consiste en meterse en un lugar lleno de gente inocente, ancianos, niños, amas de casa, perros y hacerlos saltar por el aire convertidos en relleno de empanadas.

ÉL: ¡Sos tan negativa!

Tiempo.

ELLA: ¿Y te tomaron así como así?

ÉL: Me hicieron un test psicofísico, te piden secundario completo, y les interesa el tema del sobrepeso.

ELLA: ¿Cómo el sobrepeso?

ÉL: No sé, qué no tengas sobrepeso. Parece que la grasa corporal en el momento de la explosión absorbe la onda expansiva achicando el poder de estrago, y creo que también se les complica con los chalecos por el tema de los talles. Begoña, te pido por favor, ¿podemos parar unos minutos con el interrogatorio? ¿Por qué no te sentás un momento? ¿Te hago un te?

ELLA: Tengo el estómago hecho una piedra.

ÉL: Sos dramática.

Suena el celular de Begonia, lo saca de la cartera.

ELLA: Hola… Sí, papá… Sí, claro, yo voy, pero no creo que Migue pueda…

ÉL: ¿La cena de tu viejo? Decile que voy, ¿cómo no voy a ir?
ELLA (a Miguel): Shht (al celular) Está todo brotado y tiene miedo que sea varicela… Sí, obvio que es un peligro… Okey, te paso para que lo saludes.

Begoña  amenaza a Miguel  con la mirada y le tiende el celular.

ÉL: Hola, Ernesto, cómo le va… Sí, pero son apenas unas ronchitas. En una de esas me doy una vuelta para la hora del café…

Begoña le arranca el teléfono.

ELLA: Está diciendo disparates, papá, debe ser la fiebre… Sí, yo estaré tipo nueve… Dale, un beso,chau (guarda el celular) ¿Vos sos idiota?

ÉL: ¿Qué tiene? Yo me llevo genial con tu viejo.

ELLA: ¿Y pensás que voy a dejar que vayas con eso?
ÉL: Begonia, yo no me voy a avergonzar de mi trabajo, es una actividad honesta, no le robo nada a nadie.
Tiempo. Begonia lloriquea.
ELLA: Miguel, por lo menos, ¿sabés lo que te espera? ¿Cuál es tu expectativa… de vida? ¿Alguien te lo dijo?

Él: Eso se maneja

ELLA: ¿Qué querés decir?

ÉL: Qué acá no es como en Oriente Medio, es todo más dialéctico, más conversado.

ELLA: ¿Y eso qué significa?

ÉL: Que es negociable, acá los Hombres Bomba no se detonan casi nunca.

ELLA: ¡“Casi nunca”! (Se suena la nariz) Miguel, ¿y nuestro casamiento? ¿Pensaste en nuestro casamiento? ¿Te parece que con esto vos y yo podemos planearlo? Me habías prometido que en la iglesia ibas a vestir chaquet. ¿Y ahora? ¿Vas a llevar ese espantoso chaleco de C44, J28, o como se llame?

ÉL: No te prometo nada, pero puedo preguntar.

ELLA: ¿Y cómo manejamos lo de mamá?

ÉL: Con tu viejo tengo onda, pero a tu vieja yo nunca le caí.

ELLA: ¡Es que le servís los argumentos en bandeja, Miguel!  Mamá es hipertensa, el viernes tenemos que ir a ver el salón, si te ve con eso la tenemos que internar.  Además,  ¿quién nos va a querer alquilar un lugar? ¿Y pensaste en los invitados? A riesgo de saltar por los aires, ¿vos creés que van a querer venir?  ¿Y cuando tengamos hijos, Miguel? ¿Pensás que te voy a dejar acercarte? ¿Qué vas a poder alzarlos? ¿Vos vas a ir así a las reuniones de padres del jardín? ¿A los actos del Día de la Bandera? ¡Dale, hablá! ¡Decí algo!

ÉL (reaccionando): ¡Pará, Begoña! ¡Por favor! ¡Pará un poquito!

ELLA (llorando): Yo quería que me acompañaras en el parto.

ÉL: Y te voy a acompañar, obvio que te voy a acompañar. Pero no me hostigues más. Son demasiadas cosas y no tengo todas las respuestas. Las iremos resolviendo a medida que surjan. Vos me conocés, yo soy  un tipo proactivo, que tira para adelante y con cada cosa que hago imagino lo mejor para nosotros.  Cuando apareció esto te juro que se me abrió la cabeza. Me dije “es justo lo que necesitamos para afrontar este momento”. Es una empresa nueva que viene a cubrir un nicho de mercado importante, mal que te pese en este país hay mucha gente que necesita hacer explotar a otra, y si no lo ofrecés vos, va a venir otro a ocupar tu lugar. Seguramente van a abrir subsidiarias en la Región, y eso significa que se va a necesitar mucha gente, y gente con experiencia. Si yo puedo superar esta primera etapa y no me detono, las posibilidades son infinitas. ¿Es así o no es así?

ELLA (cambiando): Puede ser.

ÉL: ¡No puede ser, es así! Yo te lo aseguro, Begoña

ELLA: ¿Vos querés decir que con el tiempo podrías aspirar a un cargo directivo, a una gerencia?

ÉL: Es muy probable.

ELLA: Con casa acá y en el exterior y una entrada digamos…

ÉL: ¡Alta, muy alta, mi amor! Incluso con la posibilidad de transformarme en accionista. Vamos a poder viajar, vivir donde se nos ocurra, de la manera en que se nos ocurra.

ELLA: Yo siempre tuve una fantasía…  No, es una pavada, me da vergüenza.

ÉL: Dale, decilo.

ELLA: Retomar mis clases de piano y tener un gran piano de cola blanco en un balcón terraza y hacer cócteles e invitar a nuestros amigos.

ÉL: Y los vamos a hacer, mi amor, lo vamos a hacer.

Tiempo, Begoña pasa del entusiasmo al ensimismamiento.

ÉL: ¿Qué pasa?

ELLA: No, olvidalo. No voy a poder. No puedo vernos en un futuro juntos, es mucha presión.

ÉL: No te entiendo. ¡Dios, no entiendo a las mujeres! ¿Qué es lo que quieren?

ELLA: Lo que quieren las mujeres, no, Miguel, en todo caso que es lo que quiero yo. Vos me conocés, soy discutidora, me gusta cuestionar, y siento que a partir de este momento no voy a poder ser yo misma. No vamos a poder tener una discusión relajada.

ÉL: ¿Discusión relajada?

ELLA: Relajada, suelta, sabés a lo que me refiero. ¿Y si en algún momento discutimos y te enfurecés?

ÉL: Yo nunca me enfurezco.

ELLA: ¡Sí que te enfurecés, sí que te enfurecés!  ¿Querés que te de ejemplos? Vos parecés tranquilo, pero no sos una persona de buen carácter, Miguel.

ÉL: ¿Y a cuenta de qué estamos hablando de mi carácter? (lo descubre) ¿Ah, vos querés decir…? ¿Vos creés que yo sería capaz… de detonarnos?

ELLA: La violencia de género es una realidad.

Tiempo.

ÉL (cambiando, sonríe): No lo puedo creer.

 ELLA: ¿Qué no creés?

ÉL: Desde que llegaste, toda esta puesta en escena…

ELLA: ¿Qué puesta en escena?

ÉL: Esta actuación para decirme que hay otro.

ELLA: ¡Qué decís! ¡No hay otro!

ÉL: Hay otro. Hace un tiempo que estás distante, está muy claro, Begoña, ¿conociste a otro?

 ELLA: ¡Eso es una estupidez! Puedo estar preocupada, algo estresada por la salud de mamá, por lo de la boda, pero nada que ver. No hay otro, Miguel. Lo que pasa es que pienso, pienso  y no le veo salida, cada vez que vayamos a discutir yo voy a tener la duda y me voy a reprimir, ¿comprendés? Y  cuando te sientas deprimido, ¿lo pensaste? O cuando tengas una discusión con el auto en la calle, o en las reuniones de consorcio.

ÉL: Yo no mezclo. El trabajo es una cosa, la vida personal es otra.

ELLA: Hasta que se mezclan, Miguel, son cosas que no se controlan, no sabés. Y yo voy a estar todo el tiempo con el corazón en la boca, pensando, temiendo lo peor. No voy a poder soportarlo (tiempo)  Mirá, anoche estuve investigando por Google y me enteré de cosas terribles. ¿Sabías que el año 2004, en Bagdad, una Mujer Bomba haciendo el amor con su marido, tuvo un orgasmo y explotó?

ÉL: Fue el único caso registrado.

ELLA: ¡Habrá sido el único, pero sucedió!

ÉL: Fue una falla eléctrica, a partir de ese caso comenzaron a utilizarse detonadores digitales y no volvió a pasar.

ELLA: Es inútil, Miguel, olvidalo. Si seguimos hablando las cosas van a empeorar.

ÉL: Begoña, por favor, si no hay otro, como decís, y te creo, nosotros nos amamos.

ELLA: Pero no alcanza.

ÉL: Por favor, mi amor, nos conocemos, estamos bien, nuestra pareja ha llegado a una etapa de madurez. Hoy por primera vez íbamos a ir juntos a la cena de tu papá.

ELLA: ¡Ni se te ocurra aparecer! ¡Prometelo!

ÉL: Okey, lo prometo, no voy. Pero lo que digo es que acá está en juego algo mucho más importante: Begoña, vos y yo somos una sociedad unida por un sentimiento profundo, somos una pareja.

Begoña alza el tapado y la cartera y comienza a salir.

ÉL: ¡Por favor!

ELLA: No puedo, Migue, no puedo. Habíamos superado lo de tu eyaculación precoz y ahora esto. Te empeñás siempre en complicarlo todo, Chau, perdoname.

ÉL: ¡Begoña!

Begoña sale. Miguel queda mortificado.

ÉL: ¡Es injusto!  ¡Es muy injusto!

De golpe tiene un ataque de ira. Patea las sillas, golpea violentamente la mesa con los puños, se golpea el pecho.

ÉL: ¡Por qué! ¡La puta madre, por qué! ¡Por qué!  

De repente comienza a sonar una alarma y se paraliza la luz intermitente en el display del chaleco. Miguel toma conciencia de que se activó  la carga explosiva

ÉL: ¡¡¡A la mierda!!! ¡¡¡A LA MIERRRRRRDA!!!

APAGÓN. RUIDO DE EXPLOSIÓN

 

 

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