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 Tramo I. "La fiebre del vino".

Como la emoción no tiene prólogo ni la ansiedad circunloquios, muchachos, primera crónica descarnada de La Larga Marcha.

Viernes 5/12, 6,30 hs de la mañana suena el despertador. Ya estaba despierto. Salto de la cama con un despliegue atlético característico del suscripto (el famoso "salto de cama") y me dirijo a la cocina directamente. Al baño había ido un minuto antes de que suene el despertador.

Pongo la pava en el fuego para preparar el termo. Me siento Rocky a punto de encarar la escalinata en Filadelfia. Tan es así que para cuando la pava comienza a silbar, me sorprende haciendo un cierto bailoteo pugilístico acompañado de una profusa variedad de golpes al aire (gancho, uppercat, directo) como si estuviera tirando guantes con la llave del gas. Siento una voz a mis espaldas: "Dejá de hacer kilombo, boludo,  que se van a despertar los chicos. En vez de a Neuquén parece que te fueras al Luna Park". Aunque uno no la vea, la stopper es como el sol, la tenés siempre ahí.

Pero el sueño de epopeya no se detiene. Lleno el termo, chequeo la canasta del mate, completo el bolso y rumbeo para el garage. Entonces la veo.

La Kangoo gris plomo lista en boxes me trae reminiscencias de "Una excursión a los indios Ranqueles". Es como una espada gris acero que se hundirá en el corazón del desierto hasta hacer sangrar el vino de San Patricio del Chañar.

 

Guardo la canasta del mate y la recorro en todos sus perfiles. Si Lawrence de Arabia o el Mariscal Rohmmel la hubiesen conocido, quizá no habrían muerto tantos camellos o la segunda guerra hubiese tenido otro final, vaya uno a saber.

 

La saco del garage, me despido y antes de arrancar hago el control de comandos. No me lleva mucho tiempo. Pero por un momento busco en la parte superior de la cabina algunas teclas, como si estuviera por despegar un boeing 747. Me di cuenta que no porque en vez de teclas encontré un par de anteojos de sol, un paquete de pañuelos descartables, la tarjeta verde y un montón de tierra tal que hubiéramos podido vivir durante el viaje comiendo los tomates que se hubieran cosechado si los hubiera sembrado oportunamente.

 

Lejos de desanimarme, arranco hacia la casa del Eterno Delegado. Bajo en "Le Bon Pain" (qué menos para quienes han conocido "La Maison") de 13 y 32, cargo facturas y del quiosco selecciono La Nación y Ole. El pasaje se merece la mejor atención y el buffet está a la altura de las circunstancias.

 

Cuando llego, me presento como Kangoo driver reportándose. Abre el Bicho, con la pera por el piso. "Qué pasa Bicho, llegó el momento después de seis meses" le digo. Respuesta: "Pancho, hace diez años que no tengo fiebre y estoy desde anoche con 38 y medio, la reputa madre que lo recontra mil parió" enfatiza el Eterno.

"Pero noooo," le digo, "esto es una somatización del llamado síndrome de la Larga Marcha también conocido como ansiedad retroalimentada por acumulación de cabernet fermentado en combinación con el ácido láctico generado por la adrenalina competitiva" le mandé y me quedé esperando un rostro de asombro. Por toda respuesta, el Eterno me lanzó una mirada que decía: "A ver si superamos la confusión, acá el único que dice palabras difíciles es el técnico". Capté el mensaje y desvié la conversación "qué se sabe del Mono?"

Pareció una invocación, porque sonó el timbre y apareció "Puños de acero" con impecable remera de Ferrari original de Maranello dedicada por M. Schumacher e inclusive por Hamilton aún antes de ser piloto de la casa. Venía acompañado de una bandera gigante de los Cascarudos dedicada por "Abuela Magdalena" (a esta altura, un ícono del CUJ) y su stopper portando plato de cerámica del taller de la misma con dedicatoria para los rivales, todo conservando el tipo de letra ya identificatorio de la divisa, más juego de camisetas para la previa con dos nuevos auspiciantes, Klaukol y Cerámicos Anacleto, que revelan que la Larga Marcha a esta altura ya no era solo un acontecimiento deportivo y gastronómico, sino que puso en marcha una maquinaria económica capaz de interesar a las principales marcas del mercado de la construcción.

 

Arrancamos para la terminal a buscar a Sandro y el Titi. No voy a negar que estaba preocupado. A las tradicionales dificultades respiratorios de Sandro (que hasta pueden originarle ahogos aún sin haber corrido un metro) se sumaba el estado febril en ascenso del Bicho. Más el paro de estaciones de servicio. Es evidente que las fáciles no son para el CUJ. Llegamos a la Terminal. El Titi se apareció con una valija digna de una partida sin retorno. Luego de la euforia inicial del encuentro, confesó: "La preparó mi mujer, pero me parece un poquito grande, estoy cayendo en la cuenta que a lo mejor me han echado de casa", especuló. Pero no había tiempo para ampliar, así que el pasaje completo bajó del vehículo, desplegó la bandera, hizo la oración a San Catenaccio patrono de los caminos del área y luego sí, arriba y rumbo a la gloria.

 

El móvil transcurre el tramo La Plata-Bolívar en forma impecable, manteniendo la formación inicial de dos-tres, pero con algunas variantes que más que a un Boeing 747 empezaron a semejar la Kangoo a una unidad sanitaria del SAME. El Eterno Delegado arrancó con cierta locuacidad, pero empezó a apagarse allá por Lobos-Saladillo, evidenciando que el estado febril ya lo sumía en un profundo sopor que le daba un aspecto de técnico soñando el catenaccio premium pero aplicado en medio de las vides, con las dificultades operativas que ello supone.

Como el equipo se complementa en todas las funciones, poco a poco el Mono emergió como navegador, en una novedosa modalidad consistente en indicarle al conductor especialmente cuando no debía lanzarse a sobrepasar vehículos. Para ello, mandaba un "nop!", al estilo juez de línea en el Buenos Aires Lawn Tennis cada vez que el suscripto no tenía la mejor visión desde el volante. Algo así como,"vos salí que yo cierro y si no llegás volvé", catenaccio automovilístico puro.

 

Mientras tanto, se ve que a Oscarcito y el Titi el viaje en la Costera les abrió el apetito porque tardíamente descubrimos que la facturas habían fenecido apenas pasado el distribuidor de Etcheverry, cuando todavía no se había consumido ni medio termo de mate.

 

Llegados a Bolívar con tanque semivacío, una notifica infausta. Todo cerrado, ni un litro de nafta para seguir. El CUJ emprende negociaciones con el playero, que finalmente compromete cargar a las 14 hs. Siendo las 12,15, no quedó más remedio que instalarse en la parrillita vecina. Tenedor libre para colmo.

Ahí se produce una negociación espuria. Aprovechando la ausencia del resto del pasaje, distraído en idas al baño y control de cubiertas, y bajo los efectos de un irrefrenable vocación de ataque sobre el "buffet froid" de la parrilla, el Titi acuerda con el técnico una inclusión en el partido no superior a los diez minutos. Es el primer jugador conocido que solicita jugar menos tiempo. El técnico, un poco debilitado por los 40º que lo aquejan, concede a lo solicitado y entonces comienza un ida vuelta entre la mesa y el tablón de la mesa fría digno del Chino Benítez en sus mejores tiempos.

 

Lo que iba a ser una detención de 10 minutos para cargar nafta, elongar (porque en la Kangoo life se elonga al bajar en cada estación de servicio, aplicando las mejores técnicas de relajación usadas en Mitsubishi para la pausa de sus trabajadores en la planta de Kyoto), se transformó en una orgía gastronómica con entrada, salamín, vino, asado de tira, vacío, chorizo, ensaladas varias y postre/s. Tremendo. Si el Eterno Delegado tenía fiebre, sería la fiebre de la costilla porque le pegó al asado como si la ruta del desierto la fuéramos a hacer a pie. Finalizado el almuerzo, el plato del Mono tenía una colección de huesos superior a la del Museo de La Plata.

 

A las 13,45 el playero, bajo fuerte presión colectiva del pasaje, accedió a cargar combustible. Para abreviar el trámite el Mono comenzó a ordenarle la playa, así que cazó el baldecito y el cepillo de limpiar los vidrios, le pasó a la Kangóo y la dejó bastante bien si no fuera porque demostró una lamentable impericia en el manejo del secador, que dejó marcas por todos los vidrios, a tal punto que al llegar a Guamini, en la otra estación de servicio, lo primero que hizo el otro playero fue ponerse a limpiar los vidrios. A esa altura, Oscar había pasado al volante y el Eterno Delegado yacía inerme en el asiento trasero, bajo las palabras del Titi que a la manera de Pancho Sierra trataba de reanimarlo con imposición de manos y arengas a San Catenaccio, mientras el Mono, navegador implacable, reprendía severamente a Sandro cada vez que giraba la cabeza hacia atrás para no perder el hilo de la conversación. A todo esto, el suscripto heredó el mate y continuaba la ronda, porque después de semejante ingesta, "viene bien para bajar la comida" dijo el Titi.

 

Con esta nueva disposición táctica encarábamos el frente pampeano, mientras el aire acondicionado empezó a dar señales de funcionamiento intermitente que anunciaban un terrible paso por la ruta del desierto. Pero eso será para la próxima entrega, titulada "el Desierto y un bolero", próximamente en la web. Continuará.........

Tramo II: "No es verdad que el desierto empieza en Gral. Acha. Empieza mucho antes....(Julio Argentino Roca,                      Campaña del Desierto, 1.879)

Sandro sabía que el tramo Bolívar/Acha que lo tendría por conductor no sería fácil. Pero de ahí a tener que luchar contra la fauna lugareña, con riesgo de terminar asomando el cogote por el parabrisas escuchando el silbar inclemente de los vientos del desierto, nunca pudo imaginarlo.

"Esto no me sucedió en ninguna gira", decía el Gitano, mientras apelaba a toda su pericia conductiva para esquivar torcazas de 3,5 kg. c/u que se estrellaban sucesivamente contra la Kangoo, al tiempo que sostenía el vidrio para que no se partiera y esquivaba pozos y ondulaciones, mientras el resto del pasaje tomaba distraídamente mate para bajar el costillar deglutido unos kilómetros antes.

Neuquen Diciembre de 2008

El Titi, mostrando que en el plantel lo primero es la solidaridad, anunció: "Muchachos, a mi el desierto me embola así que no me cuenten, en cuanto aparezca me apoliyo". Dicho lo cual entró en un estado de semisueño por el cual empezó a rebotar el marote alternativamente entre el hombro del Eterno delegado, que yacía a su derecha, y el respaldo de los asientos delanteros, convirtiendo su testa en una especie de bola macabra que en cualquier momento podía estrellarse contra la de sus acompañantes. Por esa razón, el Mono se replegó cautelosamente sobre sí mismo y desde ahí le entró a las "variedades terrabusi", cual suplemento dietario que venía a complementar su arrasador paso por la ya célebre parrila bolivariana.

 

Para sumar preocupaciones, comenzaron a llegar los primeros mensajes de texto desde la unidad ToyotatodoterrenoequipadacomoparaIraK que había partido desde Junín con este dispositivo: Randy-driver, HV navigator, Ricky encargado de comunicaciones, Elegar cebador/guionista/animador.

 

El primer mensaje de Ricardo alentó la euforia por la partida. Pero a los tres minutos, el segundo envío daba cuenta de un alevoso incidente por el cual Randy Mamola llevó a pasear en el capot de la Toyota a un inconsciente motociclista que osó cruzársele en una rotonda y, cual Víctor Sueyro, "vió la luz al fondo del túnel". Solo volvió porque HV le rogó a Randy un acto de clemencia para con el atrevido que fue finalmente concedido, no sin antes experimentar una sensación de terror que seguramente le sacó las ganas de cruzársele a nadie por el resto de su vida.

 

Hecho lo cual, la Toyota adquirió una velocidad crucero de 190 km/h que motivó comentarios más o menos entusiastas de Quevedo, del estilo "desde acá, la tierra se ve más chiquita".

Mientras tanto, el Eterno Delegado alternaba ratos de mejora con picos de fiebre que le generaban el conocido "delirio de Calfucurá". Esto consiste en que el afiebrado, aún cuando jamás haya escuchado la lengua indígena de la zona, comienza a expresarse en una especie de cocoliche de mapuche alternado con español.

Así por ejemplo, en momentos en que parecía dormido, el Bicho sobresaltaba al pasaje diciendo a los gritos: "cuando venga un centro tienen que Ceferinarse todos en el área grande!!". Y también: "al que te pasa hay que Namuncurarlo, o pasa el huinca o la pelota, los dos juntos nunca".

 

Es decir que estaba dando instrucciones tácticas mezclando a Bilardo, Ceferino Namuncurá y el Cacique Coliqueo, para desorientación de todo el plantel, ya que esas insólitas expresiones eran a su vez transmitidas hacia la Toyota-Panzer, generando un pedo estratégico colectivo absoluto a un día del partido.

Y finalmente, claudicó el aire acondicionado de la Kangoo. Se clavó en "ventilación" y la temperatura en el habitáculo comenzó a subir aceleradamente, mientras el consumo pasaba del mate al agua Villa del Sur que, a esa altura, estaba más o menos a la misma temperatura que el agua del mate. Mientras tanto, Quevedo anunciaba que si a lo lejos se llegaba a divisar una llamarada, era la Toyota-Panzer que después de rozar algún vehículo había explotado con la combustión de los 80 litros de gasoil que llevaban en la caja.

 

Cuando, después de todas estas peripecias, la Kangoo ingresó a la estación de servicio de Gral. Acha. Sandro se sacó el cinturón de seguridad y dijo:"Me cago en las palomas, los cuises, el aire que no anda y la Dirección de Vialidad de la Pcia. de La Pampa".

 

Al arrancar el tramo Gral. Acha/Colonia 25 de Mayo con 200 km. más de desierto por delante, el equipo volvió a la formación inicial, con el suscripto al volante y el Eterno en el otro asiento delantero. Insistió en volver adelante para su desgracia, porque con el aire sin funcionar y el sol de frente terminó adquiriendo unos 54º centígrados. El pasaje empezó a temer que el Bicho terminara en un ataque de fiebre con reacciones similares a la de Jack Nicholson en "El Resplandor", corriéndonos a todos con un hacha por la estepa pampeana. Cuando se acentuaron sus modulaciones confusas mezcladas con estertores propios de una posesión demoníaca, veo asomar por el retrovisor la peor sonrisa del Mono que me advierte: "Pancho, si se revira lo amansamos con el matafuegos".

El pasaje empezó a tejer todo tipo de hipótesis, pero la más concreta era la que sospechaba que el Bicho, a través de su reverso astrológico Elbis Martínez, había mandado alguna falla sobre el sistema de aire acondicionado para recagar de calor a parte del plantel durante la travesía, de manera que los 36º que hicieran en la cancha cuando comenzara el match nos parecieran un freezer.

 

Mientras tanto, en vez de esquivar torcazas había que esquivar ñandúes con sus respectivos  charabones cruzando la ruta, mientras los celulares quedaban sin señal, el agua se terminaba, el Titi roncaba, el Mono quería calmarlo al Bicho dándole con el matafuegos por la cabeza y Oscar seguía recibiendo mensajes de Richard anunciando la próxima colisión de la Toyota-Panzer. Desesperante. Urgía cambiar el clima psicológico.

El suscripto propuso poner algo de música para distender, pero el Mono anunció que los cd de Sandro que traía estaban en la valija y eran exclusivamente para cubrir la depresión del regreso.

 

En consecuencia, la marcha fue amenizada primero con algunas milongas y motivos camperos que provocaron una profunda somnolencia en los pocos que quedábamos despiertos, seguidos luego por una intérprete en portugués que incursionaba con algunos boleros y ritmos afrobrasileros que dieron lugar a la saga "del Dr. y la Dra.", imaginada por el terceto del asiento trasero al son de los sucesivos temas que iban sonando.

 

Fue entonces que sobrevino el delirio mayor. Hasta el Titi se despertó para gastar al suscripto, atribuyendo el uso del consabido cd para generar un clima de intimidad en la Mesa de Entradas de algún Juzgado con alguna colega reticente pero finalmente accesible, que, sin permitirse el tuteo con el suscripto, finalmente terminaba marchando con el mismo rumbo a la Costanera, bajo el sonido envolvente de los boleros portugueses.

 

Cuando sonó algún tema un poco más movido, el terceto pasó a relatar el guión de lo que sería el final de la historia, con la vuelta feliz del suscripto tamborileando los dedos sobre el volante en la espera de algún semáforo, tarareando al son de la melodía: "me la empomé, a la Dra. me la empomé". Para completar el cuadro, cada vez que el Bicho se despertaba por las risotadas del resto del pasaje, tenía tal pedo febril que preguntaba si lo que estaba sonando era "AC/DC o Paco Maracaibo", evidenciando un estado lamentable que a esa altura no podía salvarse ni con Ibupirac 1000 octanos.

Bajo estas condiciones, la Kangoo avistó finalmente Colonia 25 de Mayo, lo cual fue ruidosamente festejado por el Guti, que se mantenía en contacto desde la base monitoreando el recorrido y asistiendo con grave preocupación al creciente deterioro físico, y especialmente psicológico de la delegación.

 

El pasaje descendió en la estación de servicio y realizó sus metódicos 10 minutos de elongación, estiramiento, meo coordinado y lavado de vidrios en autos ajenos pidiendo la monedita. Y a poco de arrancar sobrevino la tromba.

Un par de kilómetros después de haber pasado el control de bromatología, veo por el retrovisor a la Toyota-Panzer, que había insinuado su proximidad en comunicaciones previas. La nave se pone a la par de la Kangoo, como si fuera un plato volador, y solo alcanzo a distinguir el rostro aterrorizado de Ricki en el asiento trasero, mientras que desde el asiento del acompañante HV esboza una sonrisa tipo Schwarzzenegger como diciendo: "Hasta la vista, baby" y luego una aceleración que hizo desaparecer el bólido por la cinta asfáltica.

 

Ahí se nos planteó el dilema de soltarle el freno de mano a la Kangoo, que lo traía puesto desde La Plata, y liberar toda su tropilla de caballos de fuerza para darle alcance. Pero pudo más el respeto por las normas de vida sana y bajo stress aplicadas durante todo el viaje. La conclusión fue que el pasaje continuaría respetando a la señora de todas las reglas, que no es otra que la famosa "Norma Mitsubishi de Kyoto" y sus pautas de lentitud, mantenidas a rajatabla todo el camino. No podíamos violar esos principios justo al final del trayecto. Y fue así como llegamos al poblado previo a Neuquén que mejor podía definir el trayecto del móvil: "Cinco saltos".

 

Como correspondía al final de la travesía, nos encontramos con el Guti en la rotonda pactada y desplegamos la bandera del CUJ, mientras la Toyota-Panzer  solo le daba bola a la gallega del GPS y casi sigue de largo hasta Santiago de Chile.

 

Una vez reencontrados y llegados a la casa del Guti, todo el mundo saluda a la familia, como corresponde, agradeciendo la hospitalidad y la variedad de pizzas con cerveza que agasajan al plantel luego de los 1000 Km. Todos excepto el Bicho, que llega hasta la cocina casi gateando y cuando el Guti le preguna qué necesita, atina a gritar: "Una cama!!!!" y se desmorona pesadamente. Es arrastrado a una habitación del piso superior donde el plantel literalmente lo abandona a su suerte porque se enfriaba la pizza.

 

Después de una opípara cena, el anfitrión describe el programa para el sábado y pasamos a distribuir los departamentos. Andrés lo define rápido: "cuatro a uno, cuatro al otro y el fiambre se queda acá". Si el día había sido pródigo en acontecimientos, el siguiente sería el de la marcha por la casa del vino rumbo al match largamente esperado. Había llegado el momento de confirmar la sentencia de junio, cuando dijimos que soplaban Ventus de Gloria. Ahora había que demostrarlo, pero eso será  "Vine, bebí, vencí", próximamente en la web.....

 

 

 Tramo III "No tengo más ambiciones que alcanzar la gloria" (Julio César, Emperador Romano) "Si no      

                              alcanzaste la gloria, ojalá que Gloria te alcance y no sea un traba" (Beto César, filósofo argentino)                       

La madrugada del sábado 6 de diciembre, día del gran enfrentamiento, se presentó aciaga para el CUJ.

En la Unidad Funcional ocupada por Titi, Sandro, Darío y el suscripto, un quejido ahogado que proviene del baño me despierta a las 2 a.m. Me inquieto al advertir que el Mono no está en su litera. Me arrimo a la puerta del sanitario y pregunto: "Todo bien Mono?". "Es que todo vuelve Pancho", me contesta. "Volvió Soda Stereo, volvieron Los Fabulosos Cadillacs y ahora.....ahora volvieron Las Hemorroides". Luego de un breve repaso mental por la historia del Rock nacional le digo: "Che, Las Hemorroides hacían algo parecido a Riff? Por que no me suena el grupo". Escucho un profundo suspiro del otro lado de la puerta:"No boludo, las que volvieron son mis hemorroides, tengo el culo como una dalia", completa puños de acero, seguido de un aullido de dolor.

 

"Uuuhhh", murmuro en el oscuro vacío de la Avenida Leloir, arrimándome a la ventana. En cuanto giro, lo veo a Sandro doblado por la mitad haciendo fila para el baño esperando que salga el Mono.

"Qué pasó Oscar", pregunto ya con temor de recibir otra mala noticia. "Es que me clavé una pizza entera con cerveza pensando que era de aceitunas y era de champignones, Pancho", me dice, "Y resulta que hace 20 años soy alérgico a los champignones", completa con dificultad mientras le ruega al Mono que le ceda el lugar porque los esfínteres ya no resisten.

 

Ese fue el comienzo de un tiempo tan dramático, podría decir cambiando la letra de "La chica de la boutique", de Eleno, hit de las grandes noches del Fabuloso Rivadavia, tan dramático que a las 8 a.m. hago un llamado de urgencia al Guti por farmacia de turno, para rajar a buscar el kit antihemorroidal y las clásicas de carbón para los respectivos afectados.

 

Aprovecho para consultarle al Guti por el estado del Eterno Delegado, y me dice que se encuentra cómodamente alojado en la suite presidencial de "Guti Spa & Resort" y muy recuperado. Inclusive el perro de la familia ya se sentía a gusto con el Eterno, que desde la ventana de su suite le arrojaba migas de bizcochos de grasa que le quedaron del viaje y lo alentaba a que le traiga el diario hasta la habitación.

 

Cuando salimos con el Mono hacia la farmacia pasamos por el living, donde yacía inerme la humanidad del Titi que no se había percatado en absoluto de ninguna de las tribulaciones de la madrugada. Como estaba entrando un aire bastante fresco, lo tapamos con el suplemento deportivo de "La Mañana de Neuquén" para que no se resfríe justo antes del partido. El tv había quedado encendido en el canal Gourmet, dado que el Titi se duerme con la tele y había aprovechado para tomar nota de la preparación de un guiso de legumbres matizado con costillitas de cerdo y ajíes verdes, con la que Martiniano Molina había cerrado la programación de la noche anterior.

 

A las 11 hs, el plantel se reúne para encarar la ruta a San Patricio del Chañar. El orden fijado era primero una bodega, almuerzo, segunda bodega y partido. Demás está decir que, con esa secuencia, el CUJ estaba bajo serio riesgo de llegar al match en paupérrimas condiciones. Además, con la perspectiva de 36º de temperatura para la tarde, había que estirar al máximo las visitas guiadas para empujar el partido hacia la tardecita. No solo el calor, sino también la altura (es un dato poco ventilado en los medios periodísticos, pero el field está a 900 m sobre el nivel del mar) se presentaban como un desafío supremo para la condición física de un plantel que, históricamente, se ha defendido mucho más con el oficio, la manipulación del cronómetro y el piquete de ojo que con su estado atlético.

Antes de arrancar, la otra unidad funcional, ocupada por Elegar, HV, Ricardo y Randy Mamola hace un reporte de su estado y actividades. Esa parte del plantel parece estar bastante más entera físicamente, aunque los anteojos oscuros en vano tratan de ocultar los efectos del raid por el casino de la ciudad y las pérdidas resultantes, excepto para  Elegar, que no paraba de explicar la martingala mediante la cual casi lo funde a Cristóbal Lopez y a todo el Bingo local.

 

Por su parte, el Eterno Delegado se presentó en el auto conducido por el Guti, ya convertido en su chofer personal, munido de una batería farmacológica que se había descargado durante la noche y que lo había puesto casi en condición de correr los 42 km de la maratón. "Muchachos, todo solucionado, el antidoping no va", dijo el Bicho, conciente de que la caja de remedios del plantel abarcaba un abanico tan extenso que iba del Sertal al biodiesel, pasando por ibuprofeno, alka seltzer, caramelos ácidos y éxtasis.

 

Todos estos avatares no impidieron una detención en el super mercado para reforzar anímicamente al plantel con dos docenas y media de facturas para el viaje y un barril de 50 litros de agua mineral para apagar todos los incendios y superar el calor del partido, que sin duda tendría lugar bajo la terrible canícula de San Patricio. Y allá fuimos....

Una vez llegados a la primera bodega (Familia Schroeder), después de la sesión de fotos con bandera del CUJ desplegada y antes de comenzar a recorrerla, se produce un hecho rayano en lo sobrenatural. Mientras el plantel aguarda el comienzo de la visita guiada, entre agudos comentarios sobre los vinos exhibidos y chascarrillos más o menos elegantes dirigidos a las recepcionistas, cuyo tono progresivamente se desbarrancaba en su contenido y buen gusto, de pronto se observa que el Titi cae postrado como ante una visión divina. Y era que, dos metros antes de que abriera la puerta de vidrio para encontrarse con el plantel, sin haberlo visto nunca antes, había percibido extrasensorialmente la llegada del Lula Trejo, que efectivamente arribaba en ese momento. Momento conmocionante para el CUJ, que basaba toda su estrategia para el partido en generar un tiro libre al borde del área rival dentro de los primeros quince minutos y depositar todas las esperanzas de las quince familias de sus integrantes en el remate de quien, según el Guti, "tiene algunos kilos de más pero conserva la pegada".

 

Lo de "algunos kilos de más" había sido una estimación evidentemente conservadora, pero eso no importaba. Lo decisivo era que el arma letal reclutada por el CUJ para la ocasión había aparecido. Una vez ejecutado el tiro libre, solo restaba el catenaccio premium y a otra cosa....

 

Durante la recorrida por la bodega, los cascarudos revelaron un profundo conocimiento del mundo del vino y apabullaron a la guía con consultas de  complejidad técnica tal que así lo demostraron. Expresiones como "polímero", "se presenta levemente violáceo con robustez alcohólica", "el alcornoque se consigue solo en Portugal, el resto es trucho" y "no estibar más de 3 cajas" (esto último, evidentemente copiado del texto visible en las cajas a la vista), pusieron de manifiesto los conocimientos acumulados en la materia desde las épocas de las damajuanas de Bragagnolo hasta el presente.

 

Concluída esta primera visita, el plantel se dirigió a almorzar. Antes de ello había catado una serie de variedades y, con la excusa de volver a probarlos para decidir si comprar un cabernet o un malbec, varios de sus integrantes se volvieron pesadamente insistentes, requiriendo una y otra vez el llenado de las exigüas copas destinadas al efecto, más alguna protesta airada del estilo "entreguen el tinto o les rompemos todo" a la que el Eterno Delegado puso fin con una severa mirada que llamó a la calma a los exaltados.

 

Y el almuerzo, para seguir con el nivel 5 estrellas de la visita, no fue en cualquier lugar. Restaurant de campo, con mesa bajo los sauces, reposeras para todo el equipo y asado a discreción. Pero con  una llamativa muestra de disciplina por parte del plantel. Ni uno solo pidió vino. Todo el mundo encaró agua mineral, con la sola excepción del Titi que se descolocó con una "Quilmes Bock" con la cual empezó a invitar al resto, hasta que se dió cuenta que al DT no le gustaba nada y entonces se la tomó solo.

 

Después de haberle entrado a los postres el plantel rogaba una siesta bajo los árboles, pero los compromisos comerciales del CUJ pudieron más y hubo que salir temprano hacia, finalmente, la Bodega del Fin del Mundo para hacer la pasada publicitaria de los dos auspiciantes que fueron presentados por el Mono después del almuerzo. Se trata de las firmas Claukol y Anaclletto, que pusieron un juego completo de remeras para todos los integrantes, con el compromiso de vestirlas durante todo el tiempo previo al partido a partir de la entrada a la bodega.

Cumpliendo con el contrato publicitario, el CUJ ingresa a la Bodega del Fin del Mundo. Durante la espera para la recorrida, varios integrantes se dedican a la modalidad conocida como "siesta-zen", derivado hindú del criollo "sientensen" acuñado por Tito Biurrun en sus clases de gimnasia. Consiste en permanecer sentado sin respaldo alguno, con el diario en la mano y rostro de lectura interesante pero con los ojos cerrados y bajo un sueño profundo. Era el ejercicio ideal para relajarse antes del match y después de la cata de la primera bodega y el asado del almuerzo. Sin duda, el que mejor domina esta disciplina es Randy Mamola, al que se lo pudo ver cual si fuera el Dalai Lama casi roncando pero siempre sentado derechito y aparentemente leyendo un ejemplar de "Los vinos de Nueva Zelanda".

 

Para cuando el plantel empezó la recorrida de la bodega, el ambiente se impregnó de una tensión creciente. Era notable apreciar cómo, minuto a minuto, como el pura sangre que pide pista, sus integrantes tenían la cabeza cada vez menos en los datos que tiraba la guía y mucho más en el partido que venía. Como el boxeador que quiere tener al rival ya enfrente, abundaban los movimientos nerviosos, la respiración profunda, alguno se puso a elongar apoyado en un barril, otro preguntaba "adonde está la cancha...". El Ojo del Tigre, intacto veinte años después.....

Llegamos finalmente a la cancha. La ceremonia de cambiarse muestra el punto culminante de concentración. Silencio total, sólo el ruido de las vendas y el olor del átomo desinflamante. No vuela una mosca. El plantel se dirige a la cancha. Dimensiones para siete y uno. Presentación de los planteles, fotos conjuntas, entrega del Plato del CUJ producido por la stopper del Mono, el rival confiesa que usará una camiseta verde en honor a Sarmiento de Junín. Luego del momento de confraternidad y de confirmar que la temperatura ronda los 36º, los Cascarudos se reúnen para hacer el pactado llamado telefónico al Tero. En este punto no puedo ser detallista a riesgo de que se me caigan las lágrimas cuando evoco el diálogo con Pablito. Las palabras del Tero terminan de potenciar anímicamente al CUJ, que salta a la gramilla esparciéndose, igual que en el partido en La Plata, como una perdigonada de camisetas negras que oscurecen el verde de un césped parejísimo. Y comienza el partido...

 

Ellos arrancan concentrando la ofensiva con un 9 que se tira hacia la punta derecha de su ataque buscando hacer tandem con el segundo delantero, que va por ese lado. Así que mientras Randy Mamola se concentra en el trabajo defensivo asistido por el Guti como central y Ricardo como mediocampista de contención, el suscripto encuentra bastante libre la franja derecha. Después de tirarle un par de centros a Carlitos HV que iban siempre al palo donde no estaba (HV me miraba como diciendo, "pasaron veinte años y seguís tirando esos centros pedorros de siempre, qué te pario..."), finalmente acerté uno al corazón del área para la llegada de "tres pulmones" Quevedo que la tomó de aire y la mandó al fondo del arco. 1 a 0 a los 10 minutos. El Eterno sonreía satisfecho y se tanteaba la busarda como diciendo "Estoy lleno de asado y de fútbol".

 

Los minutos siguientes fueron una andanada del CUJ que tenía al rival al borde del nocaut. Estábamos más cerca de hacer el tercero que el segundo. HV se llevaba puesta a toda la defensa rival, Elegar maniobraba por izquierda, los delanteros de ellos bajo control y llega una jugada clave en el partido.

 

A tal punto era perfecta la ejecución del plan táctico, que a los 12 minutos HV se deja caer pesadamente después de porfiar el balón con un par de defensores y genera un tiro libre al borde del área de ellos para que el Lula ejecute el tan esperado remate definitorio. Hay perfume de gol en el aire señores, como decían los locutores de 1940. Pensar que quince familias cascarudas estaban diseminadas por el país cifrando todas sus esperanzas en el poeta de la zurda que iba a patear. Hasta el viento neuquino se detiene, como confabulándose para brindarle las mejores condiciones al Lula para que la cuelgue en un ángulo. El arquero de ellos está a punto de lagrimear, como si fuera un condenado que conoce su final y puede verlo por adelantado.

 

El Lula corre hacia la pelota, rememorando la cadencia del inolvidable 10 de River de Junín. Se me cruzan las imágenes del monumento a la Loba alimentando a Rómulo y Remo ubicado en la placita frente a la cancha de River, identificando al barrio que era el rival eterno del barrio del Obelisco, al que me tocó representar en durísimos desafíos en la canchita del parque Borchex. Pero esta vez con el Lula a favor, como el Robespierre del CUJ que va a guillotinar la ilusión de los rivales clavando el segundo.....De pronto, increíblemente y seguramente abrumado por tanta expectativa, cuando llega a la pelota, en lugar de pegarle al arco el Lula manda un desconcertante pase atrás, que tomó a Randy Mamola a contrapierna y termina gestando un contragolpe que no terminó en empate porque lo salvó la intervención del Mono, que se revolcaba puteando en todos los idiomas por la inexplicable maniobra del promocionado ejecutor.

 

Junto a la línea de cal puedo ver el gesto de asombro del Titi, que se toma la cabeza como diciendo "pero qué hizo este muchacho......", mientras a Sandro le agarra un ataque peor que el de los champignones y el Guti le aplica cinta aisladora en la trucha a Randy Mamola para que no lo putee al Lula en juninense básico. El Eterno Delegado abre sus brazos y mirá al cielo como pidiendo explicaciones que solo el otro Eterno de las Alturas podría darle, mientras Ricardo resopla después de la desenfrenada persecución en retroceso y niega repetidamente con la cabeza, como diciendo "no puede ser, no puede ser". Para preservar la integridad física del Lula, le pido al Mono la pelota y arranco la salida, como para distraer y cambiar el clima antes de que se venga una cagada a trompadas colectiva.....y sigue el partido.

Pero a partir de entonces viene una reacción del rival. Cambian un par de posiciones, se reacomodan y emparejan. EL CUJ demora en salir de su aturdimiento y ellos generan un par de remates brillantemente controlados por Puños de Acero. Hasta que otra vez los cascarudos pasan a dominar y nos perdemos un par de goles. El CUJ arremete buscando la definición y, justo en ese momento, ellos nos toman jugados en ataque y enhebran una jugada de contragolpe que termina con el remate del 9 que pone el 1 a 1. Increíble, cuando habíamos retomado la iniciativa nos empatan. Y así se va el primer tiempo.

 

El Lula invoca compromisos familiares y se retira prudentemente.Comienza el segundo tiempo y el partido se presenta trabado en el medio campo, pero ellos empiezan a ensayar desde media distancia. Y es ahí, en el punto de quiebre del partido hacia uno u otro lado, que el Bicho mete mano en el equipo y el diseño táctico. Se manda a la cancha junto con el Titi y Oscar. Con eso, refuerza la pelea en el medio campo, le da una tregua al despliegue de HV  mientras el  Titi instala el tanque entre los defensores para seguir el desgaste y Oscar queda bien abierto por la derecha, para recibir los pases cruzados que tira Elegar, ahora bien abierto por izquierda, para el típico recorrido corto y centro de Sandro al medio. Y así llega el segundo, con una entrada nada menos que del Eterno Delegado, que lo "hombreó" al arquero, cabeceó  y adentro. 2 a 1.

 

Pero no hay respiro. Sacan del medio y después de un par de pases sacan un remate largo y bombeado. El Mono intuye el destino envenenado del balón y maldice su estatura, da un paso atrás y se arquea en un esfuerzo supremo que no puede impedir la entrada del balón rozando el travesaño. 2 a 2 y a remar de nuevo.

 

Ahí viene la segunda movida de ajedrez del Eterno. Lo devuelve a la cancha a HdV después de los doce minutos del Titi, dos más que los acordados en la parrilla de Bolívar. El partido es difícil y parejo, el Mono se juega en una salida, Randy los aprieta por la banda izquierda y el suscripto la revolea un par de veces como para colgarla de los álamos que circundan la cancha. Pero ellos también la empiezan a tirar dos metros por arriba del travesaño porque las piernas responden menos. Los 36º no bajan y el partido se empieza a parecer a una pulseada, el que tenga el envión final quebrará al adversario. Ricardo hacia la izquierda para Elegar, que la cruza toda para HdV cuyo centro rasante casi le arranca la cabeza a un defensor de ellos y no llega a ser conectado apenas por Sandro. Y entonces llega una jugada calcada de la anterior pero con Sandro por la derecha, que tira un centro perfecto para caer en la boca del arco, donde el Hijo del Viento pega una arremetida y cabecea pelota, arquero, travesaño y todo va a parar adentro del arco.  Gol del CUJ, 3 a 2 y enseguida pelota al centro del campo para ahogar cualquier atisbo de protesta por supuesto foul.

 

El arquero de ellos se resiste a volver a su puesto después de semejante topetazo, pero lo convencen de que siga y se lanzan al ataque. Ya no es lo mismo. El tiempo los apremia, Ricardo se pliega a la defensa haciendo el embudo por el medio con el Guti, por las puntas se les complica porque los pelotazos largos ya no tienen precisión o los punteros ya no los alcanzan. Intuyo el desenlace con cierta nitidez hasta que vuelvo de buscar una pelota que se fue a las vides y cruzando el alambrado me doy contra un ramón de álamo. El Mono me nota medio boludo pero supone que hago tiempo. Y otra vez la combinación mortífera del pelotazo cruzado de Elegar, centro de Sandro y HdV cierra el partido metiendo el 4 a 2. Con lo último que les queda arremeten pero ya estamos plantados con un 4-1-1. El Eterno Delegado ha hecho un nuevo cambio y se queda afuera para manejar el cronómetro. El Titi sugiere tímidamente dar 5´de descuento. El Bicho le saca el reloj mirándolo como si estuviera loco y cuando se cumplen 2 de descuento decreta el final. Triunfo apoteótico.

 

Después de despedir a los rivales, mateada dentro de la cancha. El plantel está exhausto pero con el orgullo del deber cumplido. Y todo lo que siguió fue joda. Cena de festejo en restaurante con tenedor libre y, ahora sí, VENTUS de GLORIA para todos. Los chinos del restaurante decidieron cerrarlo después de los siete platos cada uno que  se mandaron Carlitos y el Titi porque empezaron a arrojar más pérdidas que Lemhann Brothers.

 

Todo el equipo remató la jornada en boliche céntrico, brindando con champán después de un sonado altercado de Sandro con la moza que nos atendía. Es que al primer pedido de la mesa lo entendió como unánime de cerveza para todos, pero Oscarcito quería otra cosa y reaccionó airadamente diciendo "no pedí cerveza, qué soy yo, un porrón de cerveza carajo..." mientras golpeaba la mesa ferozmente. La moza recibió varios piropos del plantel en señal de disculpa, en tanto que el último romántico dirigía mensajes a una mesa contigüa, como lanzando una botella al mar que solo la pequeñez de la destinataria pudo ignorar. Quedó fijado el mediodía del domingo para encarar un costillar que asaría el anfitrión en "Guti Spa & Resort".

 

Y el domingo, con el equipo ya relajado después de toda la tensión anterior, pareció un verdadero retiro en las instalaciones de la concentración. En la casa del Guti, el Eterno Delegado mostraba las instalaciones de las que se había apropiado y exhibía su relación filial con el perro de la casa. Mientras el costillar se hacía, los cascarudos empezaron a desmoronarse pesadamente en la piscina, como dan cuenta los testimonios fotográficos que lo ilustran. Postales como el derrumbe somnoliento de Ricardo y Andrés, del "Titi flotante" y del suscripto bajo la galería dan cuenta de un asado calidad "Triple Mono" pero en éste caso realizado por el dueño de casa y, otra vez, con el VENTUS en la cabecera de la mesa. No faltó un voley acuático donde abundaron escenas que por suerte no fueron captadas por los medios de comunicación. La tarde transcurrió entre truco, campeonato de ping pong, vuelta a la pileta, repaso de fotos y delirios varios que son la marca del CUJ, con todo el plantel cagándose de risa hasta que se hizo de noche y alguien dijo "che, habría que irse porque mañana viajamos no?".

Si, había que irse al casino, último eslabón de un fin de semana inolvidable. Ya de madrugada, nos empezamos a despedir en el mismísimo Bingo y el lunes a primera hora los dos móviles arrancaron para La Plata y Junín, despedidos por el Guti luego de una gestión brillante que permitió concretar lo que parecía el sueño de una noche en pedo en el invierno platense.

 

Pero fue cierto, se hizo, me reí más que en los últimos diez años y cuando cruzábamos de vuelta la ruta del desierto, todo el pasaje cantaba "Al final, la vida sigue igual" acompañando la letra del Gitano, que sonaba en medio de la planicie pampeana, en medio de la nada, pero más vigente que nunca ilustrando la alegría un grupo de rayados que volvía disfrutando de algo que merece llamarse felicidad.

 

Ya en La Plata,  puse la camiseta negra sobre la cómoda. Antes de mandarla al lavarropas, le dí un par de palmadas, me empecé a reir solo recordando mil fotos del fin de semana y de golpe noto que la Kangoo hace un par de guiño de luces desde el garaje. Desde ese día me está preguntando: "Jefe, cuándo es la próxima?"

 

FIN

 

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