HESPERIDINA – GOL

 

 

 

Cuando le hizo efecto, los Cascarudos estaban en una agonía futbolística mortificante.

 

0-3 en un primer tiempo paupérrimo, apenas llevado a un 1-3 en los últimos 5 minutos. Que alcanzó esforzadamente un 2-3 al comienzo del segundo tiempo, para volver a caer en el abismo insondable del extravío táctico hasta quedar 2-5.

 

La situación parecía irreversible. Cuando el dt-zaguero va a buscar el balón al fondo del arco después del quinto tanto rival, Cirilo le dice: “menos mal que el problema era la cancha de 11, esto es un desastre……”

Silencio y a sacar del medio, mientras los fantasmas del Macizo Andino amenazaban aposentarse en San Andrés de Giles, como verdugos encargados de extender la venganza del gusano boludizante de las cuevas malarguinas a la infinita pampa bonaerense.

 

Quedaban 15 minutos. Por lo que había sido el partido, se podía esperar que cada minuto faltante fuese un escalón descendente por la escalera que conduce al oscuro sótano donde aguarda el oprobio.

 

Y de pronto, Ricardo Corazón de León se lanza contra el área rival con la furia de un tornado. Dos minutos antes había hecho una brevísima visita al banco cascarudo, donde Titi, a cargo del PCPBE (Programa Cascarudo de Provisión de Bebidas Espirituosas) le había suministrado una medida de Hesperidina

 

Si señores, la primera bebida registrada como “made in Argentina” en 1864, a base de corteza de naranjas amargas o agrias y dulces de frutos inmaduros, los cuales tienen gran contenido de flavonoides. Ahí estuvo la clave. En el efecto de los flavonoides (aunque las malas lengüas dicen que también influyen los frutos por lo de “inmaduros”).

 

Después de más de 30 años sin beber esa poción mágica, una vez que le subieron los flavonoides Richard recuperó el aroma del buffet de Ambos Mundos. Cuando Riff tocaba en la cancha de básquet descubierta y Pappo aullaba: “Humanoides disidentes viven alerta total y heroicos sobrevivientes darán el golpe final”. Y explotó de fútbol. Arrastrados por ese vendaval, el resto de los cascarudos se subió a ese tsunami de adrenalina que recordó las gestas de Villa Carlos Paz.

 

Cuatro goles en 15 minutos y a sostener la diferencia en los siete minutos del descuento que, con caballerosidad irreprochable, concedió Titi (también a cargo del cronómetro).

 

Final electrizante, con dos tantos de Ricardo, más que nunca y en adelante apodado “Hesperidina-Gol”.

 

Claro que hubo efectos post-competencia. En medio de la cena del chancho con pelo, Richard se va de la mesa. Ante la sorpresa de sus compañeros, comienza a deambular por la cancha bajo la luna llena, poseído por la continuidad mental del partido. Giraba por el campo de juego y cada tanto se lanzaba contra el área gritando “tirá bien los corners, la puta que te parió!!!”. Ningún cascarudo se dio por aludido.

 

Cuando regresó, ante la despreocupación general de los cascarudos (después de observarlo los primeros tres minutos hablando solo, habían dicho “dejalo que vuelve, de última se tira en el área y

duerme ahí) meditó una hora más. Y luego se retiró a sus aposentos. El desgaste había sido tremendo.

 

Antes de recostarse en su litera del hotel-boutique “Petoto, Spa & Resort”, alguien le dice: “Richard, alguno de los rivales va a pedir control antidoping”.

 

Y Hesperidina-Gol responde: “Que me hagan todos los análisis que quieran. No van a encontrar nada. Porque al doping del alma no lo prohíbe ningún reglamento ni lo detecta ningún laboratorio, solo lo reconocen los que te acompañan a pelear hasta vencer”. Y se durmió.

 

Esto ha sido una breve crónica de Arístides Alcón, desde el Parador Sedal de Punta Lara, recuperando sponsors (Ayer llamaron los de “Manaos”…..)

 

Abrazo cascarudo para todos.