El trofeo obtenido en Paso de la Patria levantó las expectativas para VCP 2018. Por eso el golpe fue mayor.
5 puntos sobre 15 en juego. Puntaje rosarino y presentación de la renuncia por parte del DT la noche misma que finalizó el torneo. En los pasillos de la concentración cascaruda, los dirigentes, representantes y periodistas lanzaban comentarios maliciosos: “El DT se va porque no quiere ser la cara del ajuste. Sabe que se viene un proceso de reciclaje pero él no lo puede abordar. Antes que DT es compañero del plantel desde hace 30 años. “.
Los que querían ver el vaso medio lleno ponderaban lo positivo del cambio de estilo en marcha. El buen juego exhibido en varios pasajes de mitad de cancha para arriba. La eficacia goleadora de los puntas. La vocación por cuidar y tocar la pelota. Hasta Josecito devolvíó un par de paredes, menos la del taco-gol.
Pero, corto de defensores, el equipo fundió a los únicos dos volantes de contención y su fragilidad defensiva lo expuso a muchos goles, que efectivamente recibió.
No faltó el detalle médico anual. El Coco insertó a un delantero contrario contra uno de los postes del arco cascarudo. Después de intrépidas maniobras en una guardia local, el poste y el jugador fueron separados, estaban como siameses.
Equipo grande, poco recambio, falta de fondos para comprar jugadores, ausencia de inferiores. Para el formato maratónico de VCP e fútbol cascarudo requiere no menos de 2 defensores y un mediocampista sub 50 más. Dicen que el técnico habría pedido esos refuerzos y que nadie del plantel original se retire, porque “la hora exige de todos”.
El plantel está como el Challenger: el motor delantero tira, pero le explotó el motor de cola y colapsó en el último vuelo.
Como el fútbol siempre da revancha, hay un nuevo compromiso a la vista, el 23/6. En el formato ideal: 8 y 1. Y la marca cascaruda necesita una reivindicación. Para que la negra con vivos verdes vuelva a flamear enérgica al tope del mástil de Punta Lara.
Abrazo cascarudo para todos.
Arístides Alcón, desde el Parador Seda